Tiempos de Crisis 1968-1975 En los años sesentas del siglo pasado, los campesinos y los pobres urbanos, sectores sociales hasta entonces olvidados comenzaron a visibilizarse y hacer oír su voz en sociedades controladas férreamente por los defensores del status quo. Los “marginados”, como se les llamó, encontraron aliados entre jóvenes universitarios en referentes políticos que buscaban representarlos. Las demandas sociales por reforma agraria en el campo, y por vivienda y servicios en las zonas urbanas fortalecieron tanto a los tradicionales partidos de la izquierda, como a los grupos de izquierda anti-sistema, que adquirieron un protagonismo inusitado. Como resultados del alto crecimiento demográfico, la falta de tierras en el campo (monopolizados por una clase latifundista y rentista) y la búsqueda de oportunidades en las ciudades, hubo masivas migraciones de campesinos a la ciudad. Las migraciones se tradujeron en tomas de tierra y en ocupaciones ilegales -aunque toleradas- de extensos terrenos baldíos. En esos años aparecieron los primeros asentamientos precarios en lotes vacíos de Quilmuy. Escasos al principio, luego se extendieron en los amplios terrenos que se habían destinado para parques y campos deportivos y de modo inevitable, comenzaron a afectar el valor de las propiedades señoriales del tradicional villorrio. Como resultado, a medida que llegaban los “marginados”, los veraneantes acomodados emigraban a Cachagua, Zapallar, Santo Domingo y otros balnearios, y ya nadie se mencionaba el aire puro y sano de Quilmuy pues la TBC se erradicó a fines de los años cincuentas a fuerza de antibióticos. Las residencias comenzaron a arrendarse para propósitos comerciales mientras el antiguo mercadito, ubicado en la encrucijada de dos importantes rutas nacionales, comenzó a crecer y a transformarse en un verdadero mercado de abastos de la una ciudad que crecía y se extendía sin cesar. Los muchachos del Liceo abandonaron sus aulas y se trasladaron a colegios privados de la capital. Las aulas se poblaron con los hijos de los recién llegados y de los comerciantes de nuevo mercado de abastos. A nivel nacional el sistema político resultó incapaz de procesar las aspiraciones y demandas de las poblaciones urbanas y rurales emergentes. La radicalización de los partidos y movimientos de izquierda que los representaban, inspirados por la Revolución cubana, resultaron en conflictos y en dos intentos reformistas importantes uno de centro y otro de izquierda para terminar dramáticamente en el golpe militar de 1973. En ese contexto, el estudiantado y los académicos jóvenes de la Universidad, se identificaron plenamente con los movimientos de cambio. La Universidad se dio nuevas formas de gobierno. El patronazgo sobre el Liceo fue reemplazado en 1972 por el gobierno del poder popular, y las asambleas estudiantiles despidieron a los viejos catedráticos y contrataron a docentes afines, que a su vez expresaron el poder popular mediante un consejo rector que nombró al Director. Éste fue electo para el cargo por dos años, y aunque tenía derecho a ser reelecto por voto de asamblea por un período adicional, tal cosa nunca llegó a concretarse por efectos del Golpe. Entre 1968 y 1973, el ideario educativo del establecimiento cambió radicalmente. La aspiración de “formar a los mejores”, que se traducía en la búsqueda de la excelencia, es reemplazada por “una educación al servicio de los pobres y sus luchas”, que se manifestaba, entre otras cosas, en una mayor importancia a las actividades políticas, la apertura de foros y asambleas de discusión, el cogobierno con el Centro de Alumnos, la apertura del liceo nocturno para atender a población adulta, y una disminución de las horas de trabajo académico convencional a las que se añadieron distintas actividades de servicio social. Con el golpe de estado, el Liceo es intervenido, prácticamente todo su cuerpo docente es despedido, y también los estudiantes más inquietos. El Centro de Alumnos se clausura y la institución entra a una fase de depuración política, ideológica y pedagógica. Se imponen el silencio y el miedo. |
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